Tú que alardeas que poco has querido y mucho has herido, dime qué haces con tus trofeos de soledad y frío; cuándo hiere más el silencio incomprendido, cuándo los sentimientos encarcelados en el aislante metal de tu indiferencia, antes o después de engañar al cuerpo con instantes, caprichos y falsas sensaciones.
Cómo impides a tu corazón sentir el latir de otro en el nacer de un beso, cómo evitas esa melodía que se hará recuerdo, sinfonía que la vida te regala al tiempo y ritmo en que una hoguera funde dos cuerpos.
Por qué limitas tu mente a degustar momentos, por qué no aceptas el reto de querer sin tiempo, qué presumes, si realmente, solo es miedo a sufrir lo que te hace no arriesgar,
pero con ello estar dejando pasar, una gran oportunidad de amar.
Leave a Reply