Me devolviste el gusto por suspirar, malbaraté esa ilusión en una idea que se ha ido nublando, la distancia la oculta, el silencio no ayuda y el tiempo me insiste en que ha sido suficiente, desenfrasqué una inseguridad constante, limité mis sentimientos a no ir mas allá de lo controlable; hasta ayer, que su ausencia me hizo recordarte y tu presencia me hizo prescindir del miedo, mientras mi sangre reclamaba la sensación del riesgo, proveniente de una repentina cercanía, de un silencio estridente, de un predecible beso olor miel, del mismo sabor y color de tu piel.
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