“Pedí a mi dios dejarme amar antes de mandarme llamar,
ayer que ya me ha contado los días, he implorado la dicha de poderte leer
y en cada carta que escribas y cada vez que suspires, en un recuerdo tuyo permanecer.
Ya que mi vida está por terminar, ya que he amado y me han amado sin titubear,
testaré instrucciones concretas, no dejaré que algo cambie o se quede sin completar;
escribirás como siempre, presentirás mi opinión, indagarás en tu mente, por si hubiere alguna otra mejor opción,
realizarás tus locuras, con el cuidado que tienes, recuerda cual es mi postura, que nunca será suficiente.
Lo que es fé, corazón y mente, sé que mantienes todo al corriente, un equilibrio constante, un crecimiento evidente,
sigue creyendo en tu instinto, sigue apostando a tus pasos; cuida, como has hecho siempre, el valor de los amigos claros;
continúa siendo la mujer con fortaleza de hierro que ante su inocencia y fidelidad me fascino,
esa que anhela la calidad de un abrazo y sonríe a la oportunidad de un beso, apreciando a la familia en su camino.
Ama tanto como tu ser aspire, deja que amen tu complejidad,
escribe lo que tu corazón susurre, expresa lo que quieras reflejar,
sé que lo sabes, y que lo puedes, pa’ cualquier cosa aquí me tienes,
mientras escribas y desaparezcas, estaré ahí, en las hojas secas.”
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