Mientras tus labios despiertan al ser que ya desborda de mi piel,
voy descubriendo tu cuerpo, que tiembla y se estremece, con un tierno sabor a miel;
cierras tus ojos, abres los de tu alma, los que aún sin lentes te dejan ver,
a mi sonrisa atribuyes tus nervios y yo lo acepto, sin culpa, otra vez.
La noche no es oscura aún cuando no hay luna, tu alma alumbra este cuarto en penumbra,
aparente silencio se escucha, mas un intenso sonido retumba,
por la música que de tus manos dejas escapar, mientras las mías les enseñan a volar,
sigilo con el que dos corazones, intentan no revelar, que de tanto galope, están a punto de estallar.
Cediendo un derecho al cansancio, procuramos de vez en cuando respirar;
deteniendo el tiempo hasta el siguiente beso, musitando en silencio, apostando todo una vez más; enfrentando al clima con el fuego que nuestra fusión emana, temblando, conteniendo el aliento hasta volver a encontrarnos, en el siguiente parpadear.
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