De pronto mi mente se ha confundido, mi temple no puede ante tu corazón abatido, mi cuerpo tiembla sin detenerse, mis brazos ansían correr a protegerte, pero este dolor que hoy llegará a ti, es tan fuerte que no puedo contenerle, el aire me asfixia estoy por caerme, mas soy el árbol del que harás bastón para sostenerte.
Se escapa de mis labios un grito tan estruendoso que se pierde en el silencio,
me ahoga un dolor tan lacerante que se ha invobilizado todo mi cuerpo,
imposible decir lo que siento, sólo mis manos interpretan lo que en mis ojos, con todas mis fuerzas, retengo, letras transparentes como el agua del cielo, tan genuinas como son para ti mis sentimientos.
Quiero abrazarte, darte mi aliento, quisiera ayudar a que sane tu herida, quiero escucharte, ser tu guarida, descarga en mi hombro toda tu ira; quisiera decir que el viento desvanecerá la nostalgia, que poco a poco en tiempo, dolerá menos su ausencia
y, aunque en cierta forma es cierto, el sol sigue apareciendo, en el corazón muchas veces amanecerá lloviendo.
Si lo que quieres es escuchar que todo estará bien, aunque mis lágrimas confiesen que en verdad no lo sé, diré que con pasos firmes continuarás tus días y, si acaso, de pronto, temieras caer, mis brazos a un lado te podrán socorrer, convertirás cada reto consumado, en un momento digno para brindar, con el recuerdo de quien por siempre, orgulloso estará de ti, dedicando cada alegría a quien vivió y no dejará de existir, mientras vuelvas sonreír.
Leave a Reply