
Amistades aparentes, relaciones superfluas, que de lejos enternecen y de cerca laceran.
Nada como la sana distancia que mantiene la cordialidad y las apariencias, sin profundizar “sensiblerías” que expongan la realidad absurda que hace que las miradas se evadan, evidenciando la falta de autenticidad en el afecto y de veracidad en las palabras.
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