No juzgues un cactus por sus espinas, admírale por su flor.
Tras parte más sobria de una expresión, hay un sentimiento protegido.

Nada como tus ojos para sonreir
No juzgues un cactus por sus espinas, admírale por su flor.
Tras parte más sobria de una expresión, hay un sentimiento protegido.
Hoy las estrellas brillan más, listas están para bajar, ansiosas como yo de volverles a abrazar, aunque sea entre sueños, aunque ese apapacho sea mental.
Hoy brotan más recuerdos de mi mirada, mientras el viento roza mis brazos, hoy el café sabe mas fuerte, y los suspiros nacen así de repente, entre el ruido del festejo, entre las canciones, entre la gente que pasa a mi lado sin verme y entre la que está conmigo aunque no pueda verle, en cada silencio de mi sonrisa.
Hoy volteo cada tanto a verles, en esa foto que está ahí enfrente, y otro tanto en ese recuerdo que conservo en mi mente; les hablo y les comparto mi día, así como lo hago siempre, pero hoy entre risas y llanto, en cada comentario empático, en cada escena o letra, así como lo hago siempre, pero hoy entre pan y chocolate caliente. Hoy hasta disfruto el humo del cigarro, casi tanto como ese olor a lilis, así como el olor a pueblo, a cocina huasteca, a caprichos míos cocinados por ti.
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En cada vino, en un buen café, en el suspiro que nace de una canción, en el silencio de tu presencia y el alboroto de tu recuerdo, en el estruendo de tu ausencia y la dolorosa paz de tu adiós, en cada consejo guardado, en cada lección aprendida, en cada experiencia vivida, en el susurro de una oración, en un abrazo bien dado, en el aroma de esa flor, en un frasco de botones, en mi memoria y en mi razón.
A pesar de la oquedad y el inminente paso a la muerte
[…] El piloto de tu vida – The pilot of your life […]
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